El filósofo escocés David Hume (1711-1776), defensor de la Ilustración, «empirista» y escéptico por antonomasia, tuvo un carácter alegre y sereno, fue amante de la buena conversación, las artes y el conocimiento. Descubrió que los saberes deben cimentarse en los hechos y la experiencia. Cuestionó las creencias más arraigadas por suponerlas mal fundamentadas en principios inestables. La costumbre, el instinto, las intuiciones y hasta las emociones suelen constituir las bases de lo que pensamos, más que la razón, muy malparada con la crítica de Hume: no porque la razón invente teorías que explican el mundo han de ser verdaderas. En este sentido fue el gran maestro de Kant.